Un grupo de diseñadores de Berlín está trabajando en lo que podrían llegar a ser las tecnologías verdes del futuro.
En la inspirada capital de Alemania, conocida desde hace tiempo por su ambiente creativo, estos artistas han diseñado dispositivos que replantean la forma en la que interactuamos con nuestro entorno.
Sus innovaciones no son sólo lúdicas, sino que también producen electricidad, Hans-Peter Kadel y Milicevic Myriel - también conocidos como los "Cosechadores de energía" – dicen algo importante sobre inventar dispositivos que sean funcionales, pero que no parezcan demasiado serios o científicos.
Para los cosechadores de energía, la idea es que si las tecnologías verdes están para expandirse, tienen que ser divertidas.
Ellos aprovechan las fugas de energía en la ciudad - en las estaciones de tren, por ejemplo, se han instalado pequeños molinos de viento portátil para capturar las ráfagas de viento que se producen cuando un tren pasa por allí. La energía generada puede ayudar a cargar una batería.
¿Una idea loca? Aparentemente no demasiado loca para Berlín. A las autoridades del metro de la ciudad les encantó y pusieron en marcha 10 grandes turbinas de viento para realizar un experimento de un mes de duración.
Luego está Henrik Mayer
Nacido en Alemania Oriental, Mayer sólo tenía 18 años cuando cayó el Muro, y dice que para entonces ya era un libre pensador. Poniendo esa creatividad al trabajo, se le ocurrió el concepto de un gimnasio que produce energía y alimenta la red de la ciudad, a partir de la energía que generan los deportistas cuando hacen bicicleta estática o cuando hacen pesas.
Lo intentó en su barrio favorito de Berlín, Kreuzberg - una sección del oeste de Berlín, que anteriormente estaba aislada por el Muro. Para Mayer, utilizar equipos de gimnasia y ejercicios para producir electricidad era sólo un punto de partida. Él está buscando poner en práctica su concepto en otras ciudades.
El objetivo: hacer que estos conceptos verdes “de vanguardia” sean la corriente dominante.
Transcripción del vídeo
Cuando cayó el Muro de Berlín, la ciudad se convirtió en una gran plataforma para los artistas; parte del propio muro se convirtió en una especie de galería al aire libre.
Hoy algunos de los artistas de la ciudad están volcados de lleno en proyecto de energías limpias.
Su trabajo se centra en imaginar hoy como serían o a qué se parecerían las tecnologías verdes del mañana.
Éste es Henrik Mayer, nativo de Alemania del Este. Sólo tenía 18 años cuando cayó el muro. En 1999 él se marcó un reto y hoy está listo para cambiarnos. Creo una idea original: un gimnasio que produjese electricidad y fuese totalmente verde. Mayer abrió el gimnasio en el cercano vecindario de Kreuzberg.
Henrik Mayer: “Todos nosotros tenemos algo de energía, tenemos la capacidad de producir electricidad y nuestro sueño sería, desde luego, ampliar esta idea, no sólo circunscribirla a los gimnasios. Nuestra intención es aplicarlo a otros sitios, crear una atmósfera para otros proyectos, motivar a la gente a que piense otras posibles utilidades”.
Su proyecto costó 27.000 dólares, en su totalidad costeado por el gobierno. Para conseguir el éxito, Mayer tuvo que superar algunos obstáculos técnicos pero también conquistó ese terreno y también lo aplicó en las máquinas de hacer pesas.
“Personalmente, realmente odio los gimnasios Para mí fue un reto personal introducir el acero y ahora estoy muy feliz por la posibilidad de hacer el trabajo por mi mismo y esta combinación de práctica y actividades deportivas, realmente me gusta”.
Mayer no es sólo el único artista de la ciudad de la nueva generación de artistas verdes de moda. Esta pareja: Peter Kadel y Milicevic Myriel se llaman a sí mismos los “cosechadores de energía” Para ellos hay que tratar de encontrar los vínculos con la energía dentro de la ciudad
“Encontramos que hay muchas formas de energía en nuestra vida diaria, en la ciudad, muchas fuentes de energía que no son consideradas como tales, como por ejemplo las ventanas de las tiendas, que están encendidas durante toda la noche, durante todo el tiempo, son fuentes energéticas aunque nadie repare en ello. Queremos recoger todas estas fuentes y transformarlas en una energía que se pueda utilizar”.
Coge por ejemplo este pequeño molino de viento. Capta las ráfagas de viento con el paso de los trenes y es capaz de cargar una batería. Se trata de una idea inteligente que se aplicó en las estaciones de tren con la puesta en marcha de 10 grandes turbinas de viento para realizar un experimento de un mes de duración.
En otras grandes ciudades, la gente empieza a prestar atención a estas formas y plataformas de canalizar la energía.
Peter Kadel: “Todos los proyectos en los que trabajamos tienen algún punto científico, aunque no lo parezca. Porque nosotros no somos científicos, somos diseñadores o artistas; no queremos parecer demasiado científicos, porque queremos hacer que las cosas sean comprensibles y no parecer demasiado serios”
¿Por qué no quieren parecer demasiado serios? Estos artistas se toman las cuestiones medioambientales muy en serio y con el cepillo y el martillo les gusta autodenominarse a sí mismos como trabajadores culturales.
Con esta apuesta por las energías renovables estos jóvenes se convierten en la nueva vanguardia de las tecnologías verdes.